jueves, 5 de agosto de 2010

Secuencia V: Euforia, felicidad, nervios, una cita…

En esta secuencia estamos en una especie de entrada o hall. Estamos justo detrás de Emma que lleva un vestido negro sexy pero elegante, tacones, medias, la melena suelta y bien peinada con ondulaciones amplias llenas de destellos. Está delante de un espejo de forma que podemos ver en su reflejo cómo se está maquillando. Se pinta la raya de los ojos como una estrella de los años cincuenta, se riza las pestañas y las cubre con máscara negra y por último se pinta los labios de un color rojo intenso. Con el dedo retoca un poco el labial y besa un pedazo de papel para eliminar el exceso de pintura

Ahora nos colocamos delante de ella, ocupando el lugar del espejo. Mientras nos mira, Emma alborota un poco la melena con las manos y se echa un poco de laca fijadora. Después se coloca el vestido y se mira atentamente en el espejo, primero de frente y luego de perfil con una expresión de poco convencimiento. Coge otro vestido que está colocado en una puerta al lado del espejo y se coloca la prenda por encima mirándose moi concentrada, tanto que cuando suena el timbre del portal se sobresalta. Tarda un par de segundo en recuperarse del susto y luego se acerca el teléfono del portero automático.

- ¿Sí? –pregunta Emma con el teléfono en la oreja.

- Soy yo –responde una voz mascullina sin más explicaciones.

Entonces Emma presiona un botón para abrir el portal y cuelga el teléfonillo. Con visible nerviosismo se mira en el espejo y se retoca una y otra vez: el pelo, los labios, los ojos, coloca de nuevo el vestido en la puerta… Un último vistazo al espejo y se escucha de nuevo el timbre, esta vez el de la puerta. Emma sonríe y se acerca a la puerta de la entrada. Inspira suavemente y la abre.

Al otro lado aparece el chico rubio que entra y le da un pequeño beso en los labios a Emma que sigue sonriendo. El chico parece no fijarse en el aspecto de Emma, con impaciencia mira el reloj y pone cara de pocos amigos.

- ¿Estás lista? Es que mira que hora es, tenemos que bajar ya y cenar rapidito que quedé en una hora con los mis amigos para tomar unas garimbas.

- Sí, bueno, ya estoy lista pero pensé que hoy íbamos a…

- Joder, qué pesada, hubo cambio de planes –la interrumpió-, aquí abajo hay una pizzería, ¿no? Oye, ¿llevas tabaco? Es que yo me dejé…

Mientras el chico rubio sigue hablando la sonrisa de Emma va desapareciendo y se transforma en una mueca falsa en la que su acompañante parece no reparar. Cuando termina de hablar, coge a Emma de la mano y se acerca a la puerta para salir a la calle. Antes de cruzar al otro lado, Emma echa un último vistazo al lugar donde está colgado el vestido y con tristeza cierra tras de sí la puerta la entrada al apartamento. Nos hemos quedados solos en el apartamento y es momento de descubrir que se esconde en el lugar al que Emma dedicó esa última mirada. En la puerta cuyo pomo sostiene el modelito rechazado por Emma hay un cartel “Cuarto de Emma: No se permite la entrada de animales. NOA FUERA!”



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